MI IDEA PERSONAL :
Siempre es buen momento para encontrarse con el Sr. Gellida, esto es indudable y más para los numerosos "Gellidistas" que una vez han caído en sus redes repiten a la mínima oportunidad que se presenta. Por esto, aprovechando la publicación de "Nada bueno germina" pongo un poco de emoción al verano para así cerrar por todo lo alto la serie "Tierra quemada" , bilogía que abría el autor con "Bajo tierra seca", título que ya comentamos en el blog y premio Nadal 2024, "reseña"
La trama que nos ocupa continúa con algún personaje (de los pocos que quedan vivos) de "bajo tierra seca" por lo que es necesario leer antes el primer libro, de hecho los dos títulos forman la frase completa, y es que ya se sabe que bajo tierra seca, nada bueno germina...
En esta ocasión y al ser continuación, volvemos a un marco más histórico del que nos tiene acostumbrados el autor, retornamos a la España de principios del sigo XX, concretamente nos situamos en 1918. Observamos un cambio respecto al anterior título el cual estaba muy marcado por el ambiente rural, ahora las localizaciones resultan ciudades más grandes como pueden ser Sevilla, Madrid para acabar en el Valladolid natal del autor y de un servidor.
Una vez más el estilo del autor predomina: directo, concluyente, categórico, insensible...
"El resentimiento es odiar a alguien y tragar tú el veneno. No tiene sentido"
Los hechos discurren como guion cinematográfico, pero esta segunda entrega resulta menos entramada, es un libro donde en todo momento surgen personajes que provocan situaciones que a su vez se resuelven. Una sucesión muy lineal, mezclada con diálogos que aportan agilidad a la historia.
La estructura nos deja tres partes, a su vez se dividen en capítulos extensos que se distribuyen en diferentes escenas que se van cambiando sin necesidad de títulos o explicaciones, sino a través del protagonismo de un personaje u otro, cuadros que suele terminar el autor con pequeños adelantos o conclusiones agoreras que posteriormente se desarrollan a través de regresiones que pormenorizan los hechos.
El lenguaje que utiliza el autor, al igual que en la anterior entrega, está repleto de vocablos del castellano en desuso pero que aportan ambientación y te sitúan en la época de la trama, términos que aportan personalidad a la obra y además conceden sabiduría al lector.
Gellida, como si se tratase de un trilero, juega con el lector a través de anzuelos, engaños que desbarata unos párrafos después, truco que utiliza para que el lector nunca sepa si esta vez va en serio o no.
Los personajes de la novela son muy numerosos y todos suelen tener mucho peso en la trama. Obviamente hay principales como Antonia y Costa, pero todos actúan como un naipe dentro del castillo, resultando igual de vitales los de abajo que los de arriba. Es importante matizar que todos los personajes son opciones para morir en cualquier momento, da igual su protagonismo, y es que el autor no muestra reparos en asesinar al que haga falta, prueba de ello es que, según el propio autor, en esta novela mueren 44 personas y casi todos ellos con nombre y apellidos que es lo meritorio, por lo que lo verdaderamente difícil es ser un personaje de uno de sus libros y salir airoso.
Estos personajes nos dejan personalidades de todo tipo, los hay que en teoría son buenos y malos, pero el autor aporta a cada uno unas cualidades que hace difícil saber quien está en uno u otro lado, personalmente al final de la novela no sabría decir del lado de quien me pongo, ya que todos tienen su polaridad y sus motivaciones, esta capacidad del autor hace que la novela resulte realista y haga pensar al lector.
A pesar de los numerosos muertos y la aportación de detalles forenses meticulosos de cada suceso, el lector no va a sufrir por ellos ya que ese punto natural y socarrón del detalle hace que lo tomes de manera bastante aséptica.
"A veces, la verdad importa menos que lo que uno se empeña en creer"
En "Nada bueno germina" quizás hay menos giros impresionantes que en otros trabajos del autor, pero aún así tenemos sorpresas finales y emoción a raudales.
Una de las características del escritor es la banda sonora que acompaña en cada uno de sus trabajos, circunstancia a echar de menos en esta ocasión ya que la época es antigua.
Como adelantaba al principio, las ciudades resultan un personaje importante dentro de la novela, en esta ocasión pasamos por Sevilla o Madrid para acabar en un Valladolid muy diferente a la ciudad que el autor muestra en sus otras novelas, y es que en esta ocasión ha tenido que rescatar las costumbres y los espacios de una ciudad con un siglo menos de la que él conoce por lo que ha tenido que documentarse para aportar los detalles y anécdotas a las que nos tiene acostumbrados.
Café Royalty Valladolid (hoy desaparecido)
"Hay algo en nuestro interior que nos empuja a cometer actos irracionales"