“El idioma de los recuerdos” es un libro que tenía hace un
tiempo en casa y al que le iban ganado la partida las novedades pero que al
final pude leer.
La estructura de la novela nos plantea 2 espacios
temporales, la actualidad que se desarrolla en 1999 donde el protagonista,
Vicente, en el atardecer de su vida nos relata a través de sus propios
recuerdos los que fueron los momentos más significativos en su vida, estos
recuerdos nos aportan los capítulos del otro espacio temporal en 1939, justo al
terminar la guerra civil española.
La narración se realiza en primera persona por parte del
protagonista, por lo que a medida que vas adentrándote en la historia,
descubres que en ocasiones puede verse alterada por lo traicioneros que
resultan los recuerdos ya que vienen dictados por una memoria cansada por la
edad, de ahí que los recuerdos puedan hablar distintos idiomas dependiendo del
momento. (El protagonista llama a la vejez la edad de los recuerdos)
De las 2 tramas sin duda la que lleva el peso del libro es
la desarrollada en 1939 donde el protagonista después de pasar 3 años encerrado
en casa por miedo a unos y a otros, es “liberado” porque su hermano Julián
pertenece a los ganadores que ahora tienen que coger el fruto de su sacrificio
durante la contienda.
“Teme el vencido que será de su futuro. Tiene miedo el
vencedor por si la noche le pasa cuentas. Se amilana el inocente por si le
confunden con un culpable.” Pág 61
En esta parte de la novela iremos descubriendo un Madrid
devastado por los años de asedio y de escasez, donde ya no queda otra que ser
del bando ganador porque al resto , tanto contrarios como los que no se
posicionaron, se les pedirán cuentas.
En todo este transitar Vicente, junto con su madre y abuela,
notarán como gracias a su hermano de creciente posición en la llamada “Nueva España” dejarán de pasar
hambre y comenzarán una vida más normal, pero esto no les saldrá gratis sino
que pagarán un alto precio ante el fanatismo y crueldad de Julián que ve como un
lastre el comportamiento de su familia y sus amistades que pueden empañar su
ansiado ascenso en el régimen franquista.
Uno de los atractivos del libro precisamente es el escenario
que se plantea justo en el momento en que finaliza la guerra y se explora el
después inmediato, al contrario de otras
novelas del mismo género que se centran más en el periodo exacto de la
contienda.
Las descripciones del autor son detalladas y se recrean en
la ciudad de Madrid que se presenta como un protagonista más del libro, pero no
me ha parecido que caigan en el exceso.
Aunque de las 2 tramas ésta parte es la que aporta más
avance, el ritmo es sosegado dejándonos
una lectura que necesita su tiempo y en la que el propio comienzo te
anticipa el final por lo que no vamos a tener sorpresas o giros de guion
inesperados.
En esta parte de la trama conoceremos a la mayoría de los
personajes encabezados por el propio protagonista y narrador, Vicente, él mismo
también narra la otra parte de las tramas, pero a la vez muy diferente debido a la
evolución, o involución propia de ver las cosas que depara el trascurso de 60
años.
“Dudo de mis recuerdos porque la memoria es un teatro en el
que cada función es diferente cada vez, la misma obra no se repite nunca porque
la interpretan los humanos y sus emociones” Pág 99
Alrededor del protagonista irán apareciendo diferentes
personajes, los primeros y más cercanos son su madre y abuela, Isabel y
Rosario, las cuales han sido piezas fundamentales en la protección del
protagonista en el encierro. Estos personajes sufrirán un profundo cambio con
la llegada a Madrid de Julián el cual como un torbellino arrolla la casa y
asume el total control de la familia tomando decisiones que anularán por
completo a las 2 mujeres.
“A los cuarenta, una mujer era vieja. A los cincuenta, una
anciana. Después, una víspera.” Pág.180
Julián en todo momento será el personaje antagónico, el cual
a pesar de ser hermano de Vicente resultará intimidatorio para un chico de 17
años que apenas ha descubierto la vida, una vida que para él ha transcurrido en
un encierro en su propia casa.
Calatrava es un personaje que podemos denominar bisagra, ya
que siendo amigo de Julián y camarada falangista, parece que puede aportar un
poco más de comprensión hacia los vencidos y podrá ayudar a Vicente, aunque
durante todo el libro se mantiene el suspense por saber hacia que lado tenderá
la ayuda este personaje cuando tenga que tomar decisiones vitales.
La nota de romance viene con el personaje de Elena, una
joven que descubre Vicente y de la que se enamora, pero la cual no contará con
el beneplácito del cabeza de familia.
La otra trama nos sitúa en Marbella donde un cansado Vicente
espera a que le llegue ese momento que se demora más de la cuenta, precisamente
por eso está quejicoso con todo, incluso
reconociendo que quizás no está tan mal, pero aun así es el momento de cerrar
su historia y revivir esos momentos que cada vez le llegan más nítidos.
En esta parte el protagonista ira dejándonos sus reflexiones
a través de innumerables frases y fragmentos de libros que ha ido leyendo y de
los que ha sacado conclusiones y semejanzas con su propia vida, incluso estos
párrafos también podemos deducir que nos los aporta el propio escritor ya que
se van glosando los libros de los que han sido sacados y en ocasiones estos
libros son posteriores al año 1999 momento en el que escribe el protagonista.
Todos estos apuntes y la reiteración de pensamientos hacen que estas partes se
hagan pesadas y lentas afectando negativamente al resultado final de la novela,
yo personalmente habría reducido bastante estas apariciones del Vicente de
1999.
“Para quienes todavía no son viejos, ser viejo significa has sido. Pero ser viejo también
significa que sigues siendo (…). Uno es inmortal mientras vive.” Pág42